San Juan. Playa Romano.

Sentado al borde del mar que fabrica los sueños,
camiseta pegada al cuerpo, peinado desarbolado,
camales bañados en un toma y daca interminable,
fija la vista en dos puntos parpadeantes, a lo lejos.
No son las hogueras próximas todo lo que reluce
sino dos estrellas que, cual umbrales, ofrecen
una esperanza, una travesía, un enajenamiento.

Una conduce, camino sin retorno, más allá de la charca.
Es un punto final en las lindes de playas olvidadas.
Las ranas entonan, sepulcrales, un único nombre
que espolea el combate en otros cuerpos,
cuando se siente en anatomías ajenas
placeres arqueológicos, dulces tormentos.

La otra conduce a una unión que escapa al fuego
y se hace hielo con los años, a pesar del hogar
y su consabido fuego, cálido y materno.
Ese amor entendido como decantación sólo parece bello
cuando se dirime en los bordes de la incertidumbre
cuando el desconocimiento hace que la voluntad gobierne
y todo lo demás no hable más, y el abrazo exprese.

Sentado frente al mar que fabrican los sueños,
a la espera de un verano que se desarrollará ante nosotros
como un viejo espectáculo conocido,
del cual se conocen los trucos, sinsabores y glorias que vendrán,
¿qué mejor que hacer de la renuncia el único gesto posible,
y dejarse gobernar por ese sabio soberano, el azar?


Feliz verano, a Cretinos y no Cretinos.

Poema cedido por El Niño, inspirado en Les chansons d´ amour.
Marnuelito Louis Garrel, y sus Marnuelitas, por MaRPoP.

¡Qué bonito unir artes!