Días de radio

(Que no os engañe el título, no voy a hablar de la peli de Woody Allen, jajaja...)

Como podéis imaginar por mis post, menos frecuentes de los que me gustaría, ando bastante liada, pero nadie dijo que llevar cinco cosas a la vez fuera fácil...sí, cincoooooooooooooooo...

Aún así, celebro que estos días he podido hacer varias cosas chulis: por un lado, el delirio dadaísta llegó a Valencia, pronto sabréis más, y por otro, el día a día con sus pequeñas cosas: el café a media tarde los días que se puede, el repertorio de CD´s de la Delicatessen, hacer la cama casi a la hora de acostarse mientras el gato juega con la almohada, llegar a casa y dejar la mochila de la EOI como un trofeo, salir de clase y echar un vistazo a los libritos de Babelidiomas, charlas 5 minutos con Diego y sentir compasión por su torre de deberes habituales, leer y leer, reír y reír, enviar un sms a Mónica y contarnos qué tal va todo (muchos animitos) los pocos días que no nos vemos, desayunar en el café blanco un donut y un café con leche cargadito, pensar y pensar, comerme los chicles que mi madre guarda en el bolso para después decir que no he sido yo y desconcertarla, leer la parte que me gusta del periódico y después doblarlo bajo el brazo, comprar pan recién hecho y comerme una puntita aún humeante, mirar las nubes, abundantes estos días, y pensar si lloverá o no, oler el café recién molidito, coser algún encarguito sorpresa que anda por ahí y mirarlo con orgullo pop...

Y un largo etcétera.. ah, ¡y que no se me olvide! escuchar la radio nada más me voy a dormir, y dormirme con ella encendida para despertarme por la manañita con el parte metereológico. Quizá en otra vida fui chica del tiempo, vete tú a saber, pero me encanta todo eso de las isobaras, la marejadilla, el viento de levante...

No sé qué habría sido de mi más de una noche sin la radio, y más de una mañana sin radio, sobre todo sin Radio 3.

¡Viva la Radio! mi más sincero homenaje llega esta vez con unos puntitos de nostalgia, no podía ser de otra manera, imitando en fieltro una radio de los años 50 al más puro estilo pop.Y no diréis que no suena bien, porque gracias a la antena (en su origen un imperdible, jajajaja) podemos sintonizar cualquier programita...ya suena, ¿lo oís? ¿cómo que no?

¡Si no lo oís todavía es porque no os habéis lavado las orejas con agua y jabón desde hace no se sabe cuánto!¡Cerdotes! ¡Jajajajajaja!