Sha la lele, shalala, en La Aldea te quedarás...

Como dice el dicho: "una manzana al día del médico te libraría"...¡pues imaginaos lo sanos-as que vamos a estar con esta retaíla de manzanitas frescas, además es super primaveral! Pero bueno, no es la salud el tema que nos va a ocupar este "post".

Curiosamente, mientras realizaba las puntaditas del bolso e iba hilvanando, me venía a la mente una sintonía super feliz, "ohna na na na na, nararananana, uohhh oh oh oh oh, uohhh oh oh oho ...", y hasta que no lo acabé, no supe cuál había sido mi modelo de inspiración, a la vez musical y televisivo. Pues bien, os pongo en situación.

Érase una vez que se era, una conejita muy linda llamada Patty (ays, cuánto envidié ese collarcito de perlas que llevaba en una de sus orejas...). Saltaba y brincaba mientras el silbato del tren sonaba a través del bosque, ya que estaba ansiosa por llegar a su nuevo hogar en La aldea del arce.

La Aldea del Arce era incluso más bonita de lo que imaginó. Con ese parque tan chuli, sus adorables tiendecitas y una escuela con una campana enorme en la torre. Enseguida hizo nuevas amistades, como el oso Bobby, la señorita Deer...incluso del zorro Fanny, un fanfarrón que quería hacerles la vida imposible, ¡vaya por Dios! Qué nostalgia, seguro que si la Aldea existiera sería mi sitio favorito. En uno de sus capítulos, recuerdo que se pasaban el día entero recogiendo manzanitas para hacerle un pastel de despedida a la profe, la señorita Deer, mientras le cantaban "no se vaya señorita, no se vayaaaaaaaaaaa...", y quizá hasta este rincón ya perdido de mi memoria llegó mi subconsciente: en lugar de traerlo en forma de pensamiento, lo trajo en forma de bolso, c´est la vie.

¡Cantemos todos juntos la mítica canción: "Shalalele, Sálala", cogiditos de las manos alrededor del bosque, como hacían nuestro animalitos preferidos entonces! (no diré que la canción era del irritante Emilio Aragón para no bajar el número de visitas...ups, ¡se me escapó!)