Ilustración: MARnualidades MARPoP.BSO: Lori Meyers,
Luces de neón.
Un capítulo trepidante de
Niño y MARPoP, a 4 manos.Viajen con nosotros...(...) Steph sale pasando por encima del pie de Joe y el coche se aleja dejando atrás una estela de polvo y gritos de alivio...
Los acontecimientos vuelven a su cauce. La línea del horizonte, con su prolongado atardecer, ofrece un sin fin de posibilidades.
Brian, al volante, se interroga sobre los misterios que envuelven la figura de Steph, sin dejar de mirar sus muslos apretados bajo los tejanos ya rasgados por el uso. Ella, como siempre, se deja hacer, con una sonrisa desganada aprendida casi a la fuerza, son muchos años detrás de la barra de una cafetería, se dice.
Poco antes, BRian había accedido a sus más húmedas intimidades, pero ¿qué persigue Steph?, ¿cuáles son sus auténticas intenciones?, mejor será no pensar, de hecho, si Steph le pidiese abandonar a Truman, Jason y Steve a su suerte, no dudaría escoger ese futuro prometido de noches fogosas, desayunos tranquilos con el periódico en mano, nenes respondones y un adosado con piscina.
The american life, the american dream.Pero algo le hace abandonar el curso de sus divagaciones, y ese "algo" no es más que la dura realidad.
Truman incordia desde el asiento trasero, reclamando su dosis de protagonismo, justo en el momento en el que a sus olfatos llega el hedor ya familiar a fritanga.
-
O paramos a llenar el estómago, o a esa vaca de ahí le aplasto la cabeza y me hago un par de hamburguesas.Cierto, a lo lejos el
Moon river parpadea con sus neones verde-violetas, confundiéndose con las primeras estrellas de la noche. Solapados el frenazo del descapotable sobre la grava con el cri-cri-cri de las chicharras, nuestros protagonistas cruzan la puerta, todos salvo Brian, que prefiere contemplar unos segundos la sugestiva imagen del desierto. Justo en ese momento, alguien le toca en el hombro, y nota un golpe ligero que reclama su atención...Aunque Brian, ya acostumbrado a este tipo de sobresaltos nocturnos, se limita a lanzar una mirada despectiva al desconocido.
Deduce que se trata de un oriundo de las tierras del sur del río Bravo: oculta bajo un amplio poncho de mil colores una más que visible ausencia de brazo, que Brian, casi con morbo, no puede dejar de mirar. El extraño ríe bobaliconamente con un deje siniestro, mientras restriega viciosamente un cubo metálico contra su pierna derecha (o izquierda, qué más da). Tras unos cuantos segundos de desconcierto, el mejicanito sentencia:
-
Cuidado, gringo, esa muchacha es el mismo diablo.Brian, sorprendido, se vuelve para mirar hacia el interior del
Moon, donde Steph lanza insinuaciones a sus compañeros de viaje, confirmando en cierta forma la advertencia del desconocido, que se larga antes de que Brian pueda articular palabra: ha desaparecido sin dejar rastro.
Brian, Jason, Steve y Truman piden unas hamburguesas con queso, perritos calientes con grandes cantidades de ketchup, tarta de arándanos y café con leche, aún humeantes. Al lado de tan "majestuoso" banquete descansan más de una docena de cascos de cerveza, vacíos. Steph no prueba bocado, se limita a fumar unos cuantos cigarrillos
Laramie, más pendiente del exterior que de sus colegas. Parece nerviosa y Brian se percata. ¿Qué se trae entre manos?
En el apenas medio minuto que separa el
Moon river del descapotable, Stpeh, más sugerente que nunca, no deja de restregarse contra el paquete de Brian, mientras los demás les miran más con lujuria que con envidia. Ella, con tonito, replica:
- No esperaréis que me arrime a vosotros, con esas manazas pringosas...desde que os vi en mi motel lleváis las mismas pintas, y en todo el viaje no os he visto ni enguajaros la boca, cerdos.
Acto seguido, los tres, buscando hacer méritos, se avalanzan sobre el mugriento cuarto de baño, y Steph, continuando con su plan perfectamente calculado, arranca a Brian las llaves del descapotable de la mano, y le espeta:
- ¡Sube, muñeco, yo conduzco!
Él no lo duda ni un instante: o sus amigotes y cuatros risas tras cuatro cervezas, o noches de sexo desenfrenado hasta el fin de los tiempos...
Parecen desandar el camino. Brian no quiere hacer preguntas y Steph no tiene ganas de dar explicaciones, porque igualmente va a dar con lo que busca, como si llevase un GPS insertado en el cráneo.
Allí, en medio de la nada, está
Pussycat (anteriormente conocido como "
gato siamés", a secas. Steph le puso nombre propio para darse un homenaje a sí misma, ya que ese fue su apodo en tiempos de instituto, una época en la que, para ella, el sexo tenía toda su razón de ser. Se ganó el mote con mucho esfuerzo y sacrificio). Tiene las pupilas dilatadas y su sedoso pelaje está ensangrentado, confirmando que Joe ya es un fiambre.
Pussycat se acomoda en la entrepierna de Brian, mientras de su boca brota una espuma blanquecina, una pequeña muestra de su gran tesoro interior: un cargamento de coca que Steph debe entregar a sus contactos en Goddard, al oeste de Wichita.
Así, emulan a Belmondo y Seberg, sin pensar que quizá también ellos se dirigen
Al final de la escapada...